Reflexiones de Ana Blanco –
En el liderazgo transversal, del que tanto se ha hablado y tan poco se ha hecho, necesitamos nomenclaturas, nombres nuevos, para tareas y responsabilidades nuevas en las organizaciones.
Por ejemplo, nombrar punto tractor a personas con nuevas responsabilidades de liderazgo y capacitación, dependientes de recursos humanos, para que caigan en cascada tanto la información, como la formación, el desarrollo e implementación de cambios y transformaciones necesarias en la empresa para lograr una competitividad sostenible.
La formación externa contratada es necesaria, pero no suficiente; como dice mi socio:
“con una ducha estás limpio ese día, pero para mantenerte limpio debes adquirir el hábito de ducharte a diario”.
La formación entendida como un acto aislado, tiene una repercusión de alto impacto inmediato, pero luego se desvanece con las rutinas cotidianas y el efecto se diluye, volviendo cada cuál a sus hábitos.
Con un equipo de formadores internos, capacitados y formados, no solo para ejercer un liderazgo vertical departamental, sino para ser tractores del cambio que nos permita la consecución de los retos y objetivos, rentabilizaremos mejor, y en menos tiempo, cualquier formación externa contratada, y será mucho más fácil implantar novedades en la organización.
Los mandos intermedios, a modo de bisagra, deben facilitar la información hacia arriba y hacia abajo del organigrama, pero además, pueden sus funciones no limitarse a un liderazgo vertical, sino que podemos aspirar a que sea el punto tractor de cambios y mejoras, adquiriendo una mayor relevancia en nuestras empresas, potenciando una visión más global que la departamental, y siendo equipo de alto rendimiento junto con el resto de mandos de otros departamentos, para potenciar una labor de liderazgo transversal, enfocada a capacitar a las personas para que la organización sea más capaz.
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